El propio Tribunal Supremo reconoce que la Transición garantizó la impunidad de los crímenes franquistas.
Francisco Javier Verdejo Lucas fue una víctima más de nuestra modélica Transición, esa sangrienta fábula construida desde la mentira y la mayor de las
imposturas. V. Antonio López hace un excelente trabajo al recordarnos a
todos las víctimas olvidadas de este periodo, que nunca fueron
reconocidas como tales a pesar de que muchas de ellas lo fueron del
aparato represor franquista que nunca fue desmantelado. En sus "Lecturas
contra el olvido", López desgrana con nombres y apellidos esos muertos
que lo fueron, muchos de ellos, por ejercer derechos mínimos consagrados
por la democracia. Muertos a los que esta mancillada democracia, nacida
del pestilente prostíbulo de la Transición, intenta enterrar para
siempre en el olvido. Para estas postreras víctimas del franquismo no
hay ni ha habido justicia. No existen leyes que amparen su memoria como
sí las hay con aquellas otras víctimas de ETA. Como si la bala que acabó
con la vida de Francisco Javier fuera menos asesina por proceder de un
arma benemérita.
La ley
integral de 1999 sobre el reconocimiento y compensación a las víctimas
del terrorismo, aprobada POR UNANIMIDAD en el Congreso debió hacer
justicia con las ciento de víctimas producidas en esa Transición por los
aparatos fascistas que, lejos de ser depurados, seguían pululando en
las fuerzas de orden público y bandas terroristas de derecha. Pero para
vergüenza de este país y este pueblo estas víctimas NO EXISTIERON.
La
Transición es la historia de una infamia, de una puñalada trapera a
todos los que luchamos por la justicia y libertades en este país. Una
burla a la democracia y a nuestros muertos donde aún resuenan las
impunes risotadas de sus asesinos. La izquierda cobarde que hoy aferra
su seboso culo en los sillones del Congreso ha sido fiel al traidor
legado de aquellos pactos de la Transición, y no ha movido un dedo por estas víctimas, dejándo que su memoria
se asfixie para siempre entre las malvas del olvido.
j.m.boix
Francisco Javier Verdejo Lucas
"El
próximo 13 de agosto, se cumplirán 37 años del asesinato del joven
almeriense Francisco Javier Verdejo Lucas. Intentó escribir en un muro
del callejón de San Miguel, — hoy desaparecido — las palabras Pan,
Trabajo y Libertad, siendo abatido por las balas de la guardia civil.
Javier era un joven almeriense de 19 años, estudiante de Biológicas en
Granada, delegado de curso y miembro fundador de la Asociación
Democrática de la Juventud de Granada. En el ámbito político, pertenecía
a la organización juvenil Joven Guardia Roja, ligada al Partido del
Trabajo, una organización comunista que llegó a tener peso e influencia
entre la clase trabajadora durante la década de los 70.
Esa noche se
formaron dos piquetes para realizar pintadas con el lema: “Pan, Trabajo
y Libertad”. Al grupo en el que iba Javier con tres compañeros más, le
tocó pintar cerca de la
playa y fue concretamente aquí en el
desaparecido Balneario de San Miguel, donde sobre una pared, Javier se
dispuso a escribir el lema. Sólo pudo escribir la palabra Pan, T…, (El
diario El País dice que escribió “Part...”, que quiso escribir Partido
del Trabajo) (¡Hombre!, cualquiera que tuvieses un mínimo conocimiento
de la lucha clandestina no empezaba nunca por la firma en una pintada
porque muchas veces ni se firmaban, pido un poco de sentido común a los
reporteros) ya que unas linternas a sus espaldas, le advirtieron de la
presencia de la guardia civil. Javier trató de huir camino de la playa,
mientras que sus tres compañeros lo hacían en sentido contrario. Javier
fue abatido por un disparo mortal cayendo en la arena de la playa. El
disparo fue efectuado de frente por un guardia civil que le cerró la
huida a una distancia de seis metros. Le entró por la garganta y salió
por el hueso occipital. La versión de la Dirección General de la Guardia
Civil sobre lo ocurrido fue grotesca y para reírse si no fuera por la
gravedad de los hechos. Decía textualmente así:
“Sobre las 24 horas del día 13, una pareja de la guardia civil sorprendió a cuatro
individuos que al observar su presencia salieron corriendo. Ante esta actitud sospechosa, la pareja les persiguió y dio repetidas veces la voz de alto. Durante la persecución uno de los guardias tropezó y el arma, un Z-62, se le disparó causando la muerte de uno de los que huían que resultó ser el joven de 19 años, Javier Verdejo Lucas.
Posteriormente se comprobó la existencia de unas pintadas en el punto
en que se inició la huida y en poder del fallecido espray de idénticas
características de los letreros”. Increíble versión que fue corroborada
por el Gobierno Español. Y no solo eso, se permitieron la desvergüenza
de amenazar a todo el que no admitieran esa versión, podemos leer en
Wikipedia lo siguiente:
“El que entonces era Gobernador Civil de Almería, Roberto García-Calvo (posteriormente fue juez exponente de la corriente más conservadora del Tribunal Constitucional), fue duramente criticado por la gestión del asunto. Un joven de izquierdas caído a manos de la Guardia Civil mientras pedía pan, trabajo y libertad en el contexto de máxima tensión política y social de la Transición Española era un tema demasiado incomodo. Las autoridades estaban nerviosas ante los actos de protesta de los movimientos de izquierda y antifranquistas, y García-Calvo se encargó de contener las expresiones de rechazo a la versión oficial incluso poniéndose en contacto con los dirigentes de la izquierda Andaluza:
"Advirtiéndoles del riesgo que supondría acusar a un guardia civil sin pruebas". El objetivo de Gracia-Calvo era impedir que Javier Verdejo se convirtiera en un símbolo”.
Además hubo indicios de lo ocurrido esa noche que no estaban muy claros
como fue la aparición de restos de sangre en el suelo, pared y techo de
una caseta de baño. Se tomaron
muestras de sangre y se mandaron a
analizar. Sin embargo nunca se supo el resultado del análisis y las
diligencias terminaron archivándose por falta de pruebas. Del guardia
civil que disparó, poco más se supo, por supuesto que no se hicieron
públicas ni sus iniciales, nadie fue juzgado ni condenado por lo
ocurrido. Un dato a tener en cuenta y que nos debe de hacer reflexionar
sobre el engaño y timo que ha sido la mal llamada transición
democrática, es que en esos momentos, el Gobernador Civil de Almería era
Roberto García Calvo, encubridor de lo ocurrido aquella noche, y que
con el tiempo y por arte de magia, reconvertido en demócrata, llegó a
ser hasta hace poco años, juez del Tribunal Constitucional. Y el
Ministro del Interior era nada más y nada menos que el ínclito Martín
Villa (Otra vez el mismo). Experto en reprimir manifestaciones obreras y
estudiantiles con especial dureza e implicado, sino promotor de casos
oscuros como el atentado contra la Scala de Barcelona para desprestigiar
e impedir el importante avance que manifestaba la CNT o el intento de
asesinato de Antonio Cubillo, líder independentista canario. También era
ministro de relaciones
sindicales cuando los sucesos de Vitoria
donde fueron asesinados cinco obreros, o el asesinato de Germán
Rodríguez. Después de dejar los cargos políticos ha sido premiado
participando y
dirigiendo múltiples empresas, entre ellas Endesa y
en la actualidad es presidente millonario de Sogecable. Sólo hace unos
días, unos compañeros de Granada, ante una visita de este
personaje a
la ciudad, fueron multados por el Subdelegado del Gobierno del PSOE,
por recordarle al “elemento” su “brillante historial”.
Reconocimiento, compensaciones y hasta se permiten dar lecciones de democracia los que
colaboraron y fueron participes del franquismo y por el contrario se
ignora y se silencia a los que de verdad dieron su vida por la
democracia, la justicia y la libertad. Por eso este acto de homenaje a
Javier no puede ir separado de un rechazo contundente y claro de todas
las componendas que trajo la transición y de las vergonzante
claudicación de buena parte de la izquierda españolista.
Inmediatamente conocida la muerte de Javier, la respuesta popular en
Almería no se hizo esperar. El funeral se celebró el día 14 en la
iglesia de San Pedro, y tanto el templo como los alrededores estaban
abarrotados de almerienses que querían protestar por lo ocurrido y
solidarizarse con Javier. Al terminar el funeral la masa de gente
impidió que el féretro fuese introducido en el coche y fue llevado a
hombros por las principales calles de Almería entre lágrimas de dolor,
puños en alto y rabia contenida. El entierro de Javier Verdejo fue
impresionante, una demostración popular de rabia e
indignación.
Miles de jóvenes se concentraron en la Plaza de San Pedro exigiendo
justicia por el asesinato del joven. Hubo innumerables muestras de dolor
a lo largo y ancho de Andalucía, como la de Rafael Alberti, la del
cantaor almeriense José Sorroche, la del grupo de sevillanas de Morón
Gente del Pueblo, que le dedicarían una emocionante canción y las
acuarelas de Jorge Castillo. En Granada, Juan de Loxa escribió los
conmovedores versos:
"Pan y Trabajo,
siempre se escapa el tiro pá los de abajo,
que mala pata no les hubiese salido,
el tiro por la culata".
El
día 15, en el Paseo de Almería, a las 21:00h y a pesar de no estar
autorizada, se celebró una manifestación encabezada con una pancarta con
los colores de la bandera andaluza, en la que
más de dos mil
personas gritaron consignas del tipo “Javier hermano, nosotros no
olvidamos” o “el pueblo unido jamás será vencido”. La manifestación fue
disuelta por la policía que practicó diez detenciones. Así mismo el 18
de agosto se convocó una jornada de lucha consistente en paros
generalizados, boicot a mercados y autobuses y concentraciones que
también acabaron con varias detenciones. Los actos de protesta también
se extendieron al resto de Andalucía así como a múltiples lugares del
estado español. Al año siguiente se realizó en el actual Estadio de la
Juventud un homenaje al que acudieron más de cuatro mil personas.
Pero aquí se acabó. Desde entonces la figura de Javier ha sufrido el más
vergonzoso de los silencios y las marginaciones tanto de los
movimientos sociales almerienses y organizaciones
políticas como de
las instituciones. Y como no estamos dispuestos a ello, desde hace tres
años, este es el cuarto, no queremos dejar de recordar a Javier. Tenemos
que reconocer y agradecer la generosidad y el compromiso de aquellas
personas que han luchado y que luchan por cambiar este sistema injusto y
que han sido víctimas de él. Por desgracia el silencio que ha pesado
sobre Javier no
es privativo de este caso. Es una consigna que fue
pactada entre las fuerzas franquistas y las organizaciones mayoritarias
de la entonces llamada “oposición democrática”. Por ello decenas
de
asesinados y asesinadas durante esos años 70 y 80 por parte de las
fuerzas de orden público y por las bandas fascistas, han permanecido y
permanecen en el silencio y el olvido interesado.
Y en Almería no fue solo Javier el único caído. No podemos dejar de olvidar a Juan Mañas,
Luis Montero y Luis Cobo, salvajemente asesinados y torturados en el
llamado Caso Almería. O a María Asensio Morales, muerta en Huércal Overa
(Almería -1981) cuando participaba en una manifestación pidiendo agua.
Todos estos asesinatos forman parte de nuestra historia más reciente y
sin embargo pareciera que o no han ocurrido o que fue hace muchísimos
años. Debemos de tratar de cambiar esa sensación, debemos de llevar
estos recuerdos a la calle, debemos hacer un ejercicio diario de memoria
y de pedagogía y sobre todo con la juventud. Esa transición modélica no
existió.
La realidad fue muy distinta. Los franquistas que ostentaban
el poder político y económico y los sectores más dinámicos del capital
propiciaron un cambio de fachada para que bajo un disfraz
democrático, se asegurara el mantenimiento de la explotación capitalista
así como la inviolable unidad de la patria. Una parte importante de la
oposición de izquierdas renunció a una verdadera ruptura democrática (PSOE y PCE)
y se embarcó en un triste proceso de pactos vergonzantes y oscuros
cambalaches, realizados a espaldas de la clase trabajadora y de una
parte de sus propias bases, para a cambio poder entrar en el reparto del
pastel que se estaba cocinando.
Apoyaron pactos sociales y
permitieron reformas laborales que nos han llevado hasta hoy en día a
unas condiciones laborales cada vez más a la baja. Acataron entusiastas
el régimen monárquico y se olvidaron del derecho de autodeterminación de
los pueblos que conforman el estado español. Y lógicamente existía un
acuerdo tácito de que nadie pediría explicaciones por lo ocurrido
durante el franquismo y la transición.
El pasado año se han
producido datos que confirman todo lo que estamos denunciando. El 13 de
julio de 2011 en el Congreso de los Diputados, se aprueba una ley
“integral” sobre víctimas del terrorismo, que excluye expresamente a las
causadas por el terrorismo de estado, la violencia policial y las
organizaciones de extrema derecha. El 18 de julio, el señor Bono, hijo
de falangista y Presidente del Congreso Español, se niega a condenar el
alzamiento fascista de 1936, a sus responsables y las consecuencias
genocidas del mismo. Y sólo un día después, la clase política vuelve a
dar la espalda a las cientos de miles de víctimas, al no aprobar una
propuesta del BNG que pretendía modificar la ley de amnistía de 1977,
(en la práctica una ley de punto final) y que el Alto Comisionado por
los Derechos Humanos de la ONU, le recuerda cada cuatro años al gobierno
de turno que esa Ley va en contra de los derechos del hombre firmados
por España."
Memoria de la Transición Española. Lecturas contra el olvido. Recopilado por V. Antonio López.